Visita a Toledo

Por Isabel María B. S.

El viernes, día siete de junio, amanece en tonos grises; de las montañas cercanas comienza su ascenso una niebla que da paso a la apertura de un día luminoso y claro que nos permitirá disfrutar de una de las ciudades más bellas de España. A las ocho de la mañana salimos de La Adrada. Nos anticipa Juan Antonio el recorrido de la excursión al inicio del viaje. El itinerario conocido se amplia con un recorrido por el Toledo romántico de José Zorrilla, de Gustavo Adolfo Bécquer, quien escribe la singular leyenda de Las tres citas, que narra su enamoramiento de una bella mujer que profesará de religiosa en el convento de Santo Domingo el Real. A propósito de este comentario Julio nos lee la rima LXX y nos recuerda que en el convento de San Clemente se conserva un graffiti del poeta, amante del Toledo nocturno.

Llegamos a Toledo a las 9 h. 30 min. por la  Avenida Adolfo Suárez y dejamos el autocar, comenzando la visita a pie por la Avenida de Carlos III. Accedemos a la ciudad por la Puerta vieja de Alfonso VI, conquistador de Toledo el 25 de mayo de 1085. Dicha puerta es de comienzos del siglo IX. Seguimos hacia la Puerta de Bisagra, la más importante de la ciudad coronada con el escudo de Carlos V, construida en el siglo XVI, defendida por un espacioso patio de armas cuadrangular, presidido por la escultura del emperador, réplica de la que se halla en Granada. Pasada ésta se encuentra la iglesia de Santiago del Arrabal, de estilo mudéjar, construida sobre una antigua mezquita. Data del siglo XIII y es una de las mejores muestras del mudéjar toledano.

No lejos de allí nos encontramos ante la iglesia de la Virgen de la Estrella, fundada en el siglo XIV por los hortelanos de Toledo y reformada en el XVII con el estilo barroco que luce en la actualidad en portada y retablos. Seguimos hacia la Puerta del Sol, construida en el siglo XII. Consta de dos torreones, uno redondo y otro cuadrado, ambos perfectamente almenados. Sobre la ojiva destaca la huella árabe en unos finos arcos de ladrillo. En el centro, dos figuras de mujer sostienen en una bandeja sobre la que se ve una cabeza. Se cree que pueden representar a dos doncellas toledanas que fueron ultrajadas por el alguacil mayor de la ciudad, Fernando González, al que el rey Fernando III el Santo mandó decapitar y, más tarde, esculpir el grupo en la puerta para que sirviera de público escarmiento. Por encima y pintado sobre mármol rojo, aparecen representados el sol y la luna, lo que posiblemente explique el nombre de la puerta, aunque quizá dicho nombre pueda ser debido al hecho de que la puerta esté orientada hacia poniente.

Cerca de este punto nos encontramos ante la puerta de Valmardón. Alfonso VI la bautizó con el nombre de Puerta de la Cruz y por su cercanía al Cristo de la Luz recibe el nombre de Arco del Cristo de la Luz. La mezquita del mismo nombre es un edificio fechado en el año 999 de nuestra era, alberga una sala de oración de época califal, transformada en iglesia dos siglos después, cuando se le añade el ábside.  Es de planta cuadrada, distribuida mediante cuatro columnas en tres naves paralelas, cruzadas por otras tres en sentido transversal. Está rodeada por un amplio jardín y una terraza delimitada por un tramo de la muralla árabe que finaliza en la Puerta del Sol. El origen de su nombre se remonta a una leyenda del Cid, según la cual, al entrar Alfonso VI en compañía del Cid, se arrodilló el caballo para mostrar a Cristo su gratitud por el triunfo de la batalla. La imagen del Cristo estaba oculta en el interior de un tabique, alumbrada por una lamparita que había permanecido encendida sin apagarse durante los años de la dominación musulmana. Una pequeña piedra blanca en la calzada de acceso recuerda este hecho.

Ya mediada la mañana nos acercamos a la calle Alfileritos y contemplamos la belleza de sus antiguos palacios de portadas blasonadas junto al ábside de la Iglesia de San Vicente. Al comienzo de la calle y en una pequeña hornacina, situada en el muro de la izquierda, vemos una imagen de la Virgen, ante la que se depositan alfileres de diversos colores y tamaños. Se trata de las ofrendas de las jóvenes toledanas a la virgen María solicitando su intervención para conseguir un buen novio. Esta costumbre se remonta al siglo XVI. Según la leyenda dos amantes toledanos se vieron obligados a separase por causa de la guerra. La dama, acompañada por su dueña se postraba todas las noches ante la hornacina rezando por el regreso de su amante, pidiendo a su dueña que si se dormía, ésta la despertase pinchándola con los alfileritos que después depositaba en la hornacina. Terminada la guerra, el amante volvió sano y salvo, hecho que trascendió por toda la ciudad. Otras jóvenes, en parecidas circunstancias, la imitaron. De ahí esta curiosa costumbre.

Seguimos camino hacía la universidad, pasando por el monasterio de Santa Clara, la iglesia de las Capuchinas y la iglesia de los Jesuitas con su original retablo en trampantojo. Visitamos la Universidad Cardenal Lorenzana con sus tres hermosos patios, siendo el de los Generales el más representativo. Los alumnos estaban en plena actividad. A continuación recorrimos las recoletas plazas del romanticismo toledano, trayecto menos habitual del ya conocido y turístico. La visita fue organizada por Soco, toledana de pro, quien con dicho recorrido proyectó mostrarnos una ciudad romántica y distinta, incluyendo la plaza de Gustavo Adolfo Bécquer. La salud, que a veces es caprichosa, impidió que nos acompañara en la visita. Lo hizo Juan Antonio con ilusión y entrega.

Llegamos al monasterio de San Juan de los Reyes, donde nos esperaba el superior de la Orden Franciscana, el adradense don Antonio de la Presilla Sastre, quien con gran amabilidad y dominio de su historia nos mostró la riqueza de este recinto, de estilo gótico flamígero o isabelino. Lo construyó Juan Guas a instancias de los Reyes Católicos en acción de gracias por la victoria en la batalla de Toro, que zanjó los derechos al trono de Castilla, pretendidos por Isabel y Juana la Beltraneja. A la muerte de Juan Guas se paralizan las obras y cincuenta años después se hace cargo de la fachada principal Covarrubias, quien realizó el diseño aunque los trabajos no comenzaron hasta después de su muerte. En la fachada aparecen suspendas numerosas cadenas con las que sufrieron cautiverio los cristianos, rescatados de las mazmorras del reino de Granada por los frailes franciscanos. En 1808 Napoleón y sus tropas destruyeron gran parte del edificio quemándolo. Se perdió el retablo original, varias capillas laterales y cuadros de gran valor. Posteriormente fue restaurado. Coronando el retablo aparece un cuadro con el cardenal Cisneros portando la insignia de la Orden Franciscana por haber estado en este monasterio y ser confesor de la reina Isabel. El cardenal, sensible ante el debate de la Inmaculada Concepción acepta este hecho, que se convertirá en dogma en 1854 con el papa Pío IX. Todos los años, excepto los dos últimos, las autoridades civiles han hecho voto de la defensa del dogma representando a Toledo.

Hacemos un alto en el camino para comer en el restaurante Castilla-La Mancha. Todo el grupo salió satisfecho haciendo larga sobremesa, como es costumbre en nuestras salidas, permitiéndonos disfrutar de los distintos puntos de vista sobre temas de interés común.

Por la tarde, nos dirigimos a la iglesia de Santo Tomé, donde se encuentra el cuadro más representativo de El Greco, el Entierro del Conde de Orgaz. Nos muestra el contraste entre lo sobrenatural y lo terrenal.

Visitamos la sinagoga de santa María la Blanca, que data del siglo XII y construida por artistas árabes en estilo de transición. Una noche de 1405, multitud de cristianos dirigidos por san Vicente Ferrer arrebataron la sinagoga a los judíos, pasando ésta a convertirse en advocación cristiana bajo el nombre de nuestra Señora la Blanca. En nuestro tramo final nos dirigimos a la sinagoga del Tránsito, s. XIV, siendo su fundador Samuel Levi. Está constuida en estilo mudéjar. En el muro oriental admiramos el magnífico encaje realizado en estuco y en su parte inferior los tres airosos arcos que se abren sobre la oquedad inferior.

Damos por finalizada nuestra excursión, que si bien ha sido extensa, aún nos quedan infinidad de lugares por visitar, dada la monumentalidad de la bella y artística ciudad de las tres culturas.    

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