Paseos matinales

Paseo en un día muy nublado

Por José Antonio

El lunes 23 de octubre se presentaba como un día verdaderamente singular. Tras los copiosos aguaceros de jornadas precedentes, el pronóstico del tiempo nos concedía una pausa de cuatro horas sin lluvia. Tiempo de gracia que varios miembros de nuestra asociación decidimos aprovechar para realizar un agradable paseo por un pueblo empapado y envuelto en nubes, con el fin de deleitarnos con el fresco y relajante paisaje que La Adrada nos ofrecía.

El punto de encuentro fue como otras veces la Plaza del Riñón, desde donde nos dirigimos hacia la carretera de La Iglesuela, dando inicio a nuestra ruta. Mientras avanzábamos observábamos algunas vacas pastando plácidamente en los campos que bordean la carretera, al mismo tiempo que la fresca humedad en el aire y las nubes que se alzaban en el cielo, nos regalaban una atmósfera de calma y serenidad.

Llegamos a la pradera del Orejúo, que nos ofreció unas vistas espectaculares y momentos de completa relajación. La naturaleza parecía renacer después de las lluvias, con un incipiente y revitalizado verdor. Un regalo para los sentidos y un recordatorio de la belleza de este pueblo de La Adrada.

Luego, retornamos por el camino de la Cotá hasta llegar a la Plaza de la Villa, donde el grupo se despediría, no sin antes saborear una reconfortante taza de café en el Bar La Reguera.

Ruta de los puentes
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