Un documento de Conchi Roldán y Juan Luis Calzado.
Distancia: 7 kilómetros
Tiempo aproximado: hora y media.
Dificultad: Baja, exceptuando un pequeño repecho de unos 200 metros entre los pinos.
Época: preferentemente en primavera, por el colorido de las praderas. Si se elige en verano,hacerla al atardecer para evitar el calor.
Flora:Pinos, zarzas, juncos, poleo, achicoria y encinas.
Fauna: Con suerte, pueden verse rapaces y ardillas.
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Iniciamos el paseo en la plaza del Ayuntamiento. Dejando éste a nuestras espaldas, tomamos la Calle Larga, en la que podemos ir admirando las casas blasonadas del pueblo y que nos conducirá a las afueras del casco urbano en dirección sur. Al terminar la calle, continúa un camino asfaltado con algunas casas a ambos lados, huertas y algunos olivos. El camino desciende suavemente y a nuestra derecha encontraremos un pilón adosado a una pared alta de piedra. Frente al pilón, al lado izquierdo del camino, se puede observar la base derruida de lo que en su día fue la Ermita de la Sangre.
Ruinas de la Ermita de la Sangre
Pilón
Continuando el camino, unos metros más abajo y junto al matadero a mano izquierda, sale un camino de tierra que tomaremos para comenzar ya el paseo fuera del casco urbano. Unos metros mas abajo nos encontraremos con el Puente de los Manzanos que salva el arroyo del Franquillo.
Puente de los Manzanos
A mano derecha y debido a la humedad del arroyo, observaremos que la vegetación se vuelve mas abundante, proliferando los juncos, las zarzas y la achicoria, hasta que el camino se asoma a la denominada Pradera de Nava Las Viñas, a nuestra derecha. En este punto, si nos volvemos, podemos admirar una preciosa vista de La Adrada y su famoso castillo.
Zarzamora
Achicoria
Vista de La Adrada desde “Navas de las Viñas”
Continuando el camino, a mano izquierda y frente al límite de Nava Las Viñas, existe un pequeño manantial bajo los pinos, que en verano se seca, pero en época de lluvias mana el preciado líquido, que hace que el poleo crezca con generosidad en sus alrededores. Tras un centenar de metros observaremos que desembocamos en una pista forestal más ancha y que no es otra que el camino de la escombrera. Giramos a nuestra izquierda por dicha pista, ya que por la derecha nos llevaría a la carretera de La Iglesuela. Unos metros mas adelante, nos encontramos en una pequeña explanada con un pilón en el centro, que divide la pista en dos: a la derecha también observaremos una nave ganadera con una empalizada. Estamos en el lugar denominado “Las Dehesillas”.
Las Dehesillas y pilón
Seguiremos por el camino de la izquierda, en el que encontraremos algún cartel que indica: “Escombrera” y que avanza flanqueado de alguna viña, encinas, pinos y pequeñas dehesas. A poco mas de un kilómetro, divisamos la escombrera y el camino pasa entre ella y un pilón con depósitos de cemento. A partir de este momento, empezamos a bordear el cerro y en un momento dado, el camino se empina y el piso se hace más dificultoso. Son unos 200 metros que constituyen la única dificultad del paseo. Pasada ésta, comienza a descender, hasta que los pinos dan paso a hermosas praderas y dehesas a ambos lados del camino.
Camino
A nuestra derecha, la primera pradera que encontramos es la denominada La Mata (foto 9) que tiene una antigua fuente o pilón (foto 10) que no puede verse desde el camino, porque la tapa el grupo de encinas que muestra la foto. Hay que entrar en la pradera y admirar el poleo que crece en ella y con suerte, encontrar algún pastor con su rebaño, con el que conversar sobre todas las curiosidades de la zona.
Pradera de La Mata y pilón
Poleo
Vista de La Adrada
Una vez retomado el camino tras abandonar la pradera, seguimos bajando en dirección al pueblo y el desnivel de la pista, nos permite apreciar una maravillosa vista de La Adrada, presidida por la solidez de su Iglesia de El Salvador. Unos metros mas abajo desembocamos en la carretera asfaltada que accede a la urbanización de La Picota. Giramos a mano izquierda hasta el final del asfalto, que sigue en unos metros de camino de tierra, para volverse asfalto de nuevo y desembocar en el Instituto de Formación Profesional, que es lo mismo que decir que hemos llegado al final de nuestro paseo, a La Adrada.