Tatro Real de la Ópera, Iglesia de San Ginés y el Madrid de Isabel II

5 de febrero de 2020.
Por JULIO ESCRIBANO HERNÁNDEZ.

A las 9 h. 50 min. del día 5 de febrero de 2020 nos reuníamos unos veinte miembros de la Asociación Amigos de la Adrada en la entrada del Teatro Real de Madrid. Se nos informó sobre sus dos salas, aptas para la escena, e inmediatamente subimos a la planta segunda para visitar la sala principal, que tenía el escenario y el foso de la orquesta desmontados, por lo que pudimos apreciar las dimensiones de los mismos. Nuestra guía nos explicó la historia del teatro, inaugurado por la reina Isabel ii en su vigésimo cumpleaños, es decir, el día 10 de octubre de 1850. La obra representada fue La favorita de Gaetano Donizetti con artistas de renombre: el director de orquesta Michel Rochelle y la soprano Alboni entre otros.

Fue en 1997 cuando el teatro quedó reformado tal como se encuentra en la actualidad, pero tuvo que pasar por diferentes arreglos y reformas: en 1925, las corrientes de agua del arroyo del Arenal produjeron filtraciones y comenzaron a fallar sus cimientos; en los años 30, solo quedaron los muros en pie; en 1954, la Fundación Juan March ofreció 450 millones de pesetas para reconstruirlo, siempre que se regalaran los terrenos necesarios para su ubicación, pero solo se llevó a cabo una sencilla restauración para arreglarlo como sala de conciertos; en 1988 se reforma para la ópera con una capacidad para 1746 espectadores. Actualmente pueden quitarse butacas del patio para ampliar el foso de la orquesta. El edificio cuenta con una gran caja escénica y con una superficie de 65.000 metros cuadrados.

La sala Gayarre tiene una superficie reducida (unos 300 metros cuadrados) y se utiliza para conferencias, recitales, ópera para niños, ensayos de la orquesta y, además, es combinable con el uso de Café de palacio. Está ubicada en la novena planta, en el paraíso.

Nos mostró diversos salones con una decoración singular: cuadros cedidos por el museo del Prado, del Reina Sofía, espejos venecianos, lámparas, alfombras de Horcajo de los Montes, trajes históricos de algunas representaciones y tapices flamencos entre otros objetos artísticos. Concluyó nuestra visita en el salón Felipe v decorado con los retratos de los reyes que han valorado y difundido la cultura musical de la ópera.

Nos dirigimos a la Iglesia de San Ginés donde don José Luis Montes nos explicó con detalle y gran amabilidad la historia, el arte y la riqueza cultural del templo, que cuida y embellece como delegado episcopal para el Patrimonio Cultural de la Archidiócesis de Madrid. Inició la visita diciendo que las primeras noticias sobre el recinto parroquial se remontan al siglo XII, cuando don Bernardo de Cluny consagró en un arrabal de Magerit el primer templo en honor de san Ginés, mártir de Arlés, junto al arroyo del Arenal. En un códice del siglo XIII se cita esta iglesia como una de las que visitaba san Isidro. En 1156, Alfonso vii concede a la iglesia de san Ginés el dominio señorial de la aldea de Salvanés con sus montes, fuentes, prados y pastos, además de Valdaracete. Conserva sus libros parroquiales donde consta el bautizo de la infanta Catalina Micaela, segunda hija de Felipe ii e Isabel de Valois, así como el de Quevedo; el matrimonio de Lope de Vega con Isabel de Urbina y otras noticias sobre casas de la nobleza: Legarda, Olivares, duques de Nájera, Lerma, Arcos y Maqueda, Celenque y Córdoba entre otras. Mirando al altar mayor dijo que lo diseñó en el último tercio del siglo XVIII Juan de Villanueva. Su grandioso cuadro sobre el martirio de san Ginés está firmado por José San Martín recreando el diseño de Francisco de Rizi que se ubica en la capilla de la Sagrada Familia de esta iglesia.

Hizo referencia al último cuadro que pintó el Greco en 1614 La expulsión de los mercaderes del templo, que no nos pudo mostrar por estar en una exposición del Petit Palais de París. Nos fue mostrando, capilla tras capilla, las mejores obras de las que tomamos nota: en la del Carmen, dos cuadros de la Inmaculada Concepción uno de José Antolínez y otro de Francisco Camilo; en la de la Sagrada Familia un retablo neoclásico con un cuadro de Antonio Lanchares y un busto de Juan Alonso Villabrille, representando a san Jerónimo, entre otras obras como el martirio de san Ginés, firmado por Francisco Rizi; la capilla de la Virgen de la Cabeza es una réplica del santuario de Sierra Morena; en la capilla de la Virgen de las Angustias está la escultura de Nicolás Fumo Cristo camino del Calvario, firmada y fechada en 1698; en  la capilla de la Inmaculada hay un espléndido lienzo con la titular de la misma de Antonio González Ruiz, una adoración de los Reyes Magos y otra de los pastores de Pieter van Lint; en la de Nuestra Señora del Castillo está el lienzo de José Donoso Cristo crucificado.

En la nave del Evangelio nos explicó el retablo de la Virgen de Valvanera, patrona de la Rioja, con la imagen de Pedro Alonso de los Ríos y en la de la Epístola el retablo de san José con la imagen de Juan de Adán. Ambos están coronados con los atributos del martirio.

Recorrimos otras capillas, vimos la pila bautismal del siglo XVI, la concha del agua bendita semejante a la que hay en La Adrada y terminamos admirando la Real capilla del Santísimo Cristo de la Redención, de corte italiano, presidida por el Crucificado de Alfonso Giraldo Bergaz, donde se halla el Cristo de la Humildad de Alonso Cano, la Anunciación y la Oración en el huerto de Luca Giordano, el Salvador y los arcángeles Barachiel y Sealtiel firmado y fechado por Antonio Pereda en 1655, el Buen Pastor con dos niños pastores de Gerard Seghers, los cuatro ángeles sosteniendo los atributos de la Pasión de Pompeyo y León Leoni, Lamentación sobre Cristo muerto firmado por Michiel Coxcie. La cúpula y las pechinas de esta real capilla fueron decoradas por José Sánchez Villamandos. Todos mostramos nuestro agradecimiento a Monseñor que nos dedicó su tiempo y sus conocimientos.

El autor de esta crónica preparó la visita por el Madrid de Isabel ii. Comentó la importancia de la calle Arenal durante el siglo XIX, «la calle más bonita, más elegante y más ciudadana de Madrid» en palabras de José Pla. Al estar cerca de la Iglesia de San Ginés mostró unas láminas con la maqueta de Madrid que hizo Gil y Palacio en 1830, año en que nace la reina Isabel y otras con la jura como Princesa de Asturias en San Jerónimo el Real el 20 de junio de 1833, con el retrato de la reina, del pintor José Gutiérrez de la Vega, con la coronación al poeta Quintana el 25 de marzo de 1855 de Luis López Piquer y con personajes típicos de la época isabelina: el cesante, el indiano, el clérigo, la lavandera, la nodriza, el ama de llaves, el pretendiente, la mujer de mundo…En el atrio de la parroquia nos hicimos la foto oficial del grupo.

Al otro lado de la calle, en el nº 22 estaba la casa de «los de Lerma»; en el 20, la de Ruperto Chapí; en el 12, el Hostal Nava abierto en 1850; en el 26, la del torero Salvador Sánchez «Frascuelo»; en el 9, el Palacio del marqués de Gaviria y el 8 la casa de Ratón Pérez. Se informó sobre la importancia de esta calle en el siglo XIX, que se ha convertido en peatonal entre 2006 y 2007. Visitamos la librería del pasadizo, quizá la más antigua de Madrid, mantenida por los hermanos Javier y Alicia Sanz. Hay datos de ella desde 1650 cuando la regía Diego Logroño. Además por ella han pasado famosos libreros: Ángel y Manuel Calleja, Francisco Lastra y Anastasio Moyano. Entre sus clientes más habituales estaba Tierno Galván, Emilio Gutiérrez Caba, Sainz Rodríguez…También está en el pasadizo la tradicional chocolatería que abre las 24 horas del día y en Navidad, para poder atender al público, usa la planta baja del Joy Eslava, antiguo teatro dedicado a la zarzuela, representaciones teatrales y otros espectáculos desde 1871, época de Amadeo de Saboya. Este monarca sufrió un atentado en la calle Arenal al volver del Retiro el 18 de julio de 1872 con su esposa María Victoria y el general Burgos en el carruaje descubierto, pues decía «no quiero que el pueblo diga que el rey se encierra en su palacio porque tiene miedo».

Tras visitar el Palacio de Gaviria (1846) y la casa del ratoncito Pérez nos dirigimos a la Puerta del Sol, desde donde partían las diez calles para comunicar con el resto de la ciudad en la época isabelina (Arenal, Mayor, Correo, Carretas, Espoz y Mina, Carrera de San Jerónimo, Alcalá, Montera, Carmen y Preciados). Se hizo historia de la Puerta del Sol donde según dijo Ángel Fernández de los Ríos «no hay un palmo de terreno que no esté regado con sangre de patriotas, de facciosos o de revolucionarios». La Puerta del Sol es el Foro Matritense que conserva recuerdos isabelinos: la Casa de Correos edificada en el siglo XVIII ―antigua Dirección General de Seguridad y actual sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid―, Casa Diego ―comercio desde 1858―, el reloj de las campanadas (1866), la Mariblanca que coronaba la antigua fuente de la Fe (1630-1838).

Cerca de la Plaza de Oriente, cuando nos dirigíamos al restaurante Dudua, vimos en el nº 21 el Hotel de las cuatro naciones, donde se hospedaban Menéndez Pelayo, Rubén Darío y otros hombres de letras, el Hotel Internacional (1862) y admiramos la Plaza de Oriente.

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