El 14 de enero, en el Museo Naval de Madrid
Reseña: Isabel Jiménez
A las 11:30 nos reunimos en la puerta del museo situado en la 1ª planta del Cuartel General de la Armada, en el paseo del Prado, para visitar la exposición y nos unimos a uno de los voluntarios que altruistamente realizan la función de transmitir sus conocimientos a los visitantes.
Explica y recrea los viajes y tornaviajes que realizaban las naves españolas cruzando el océano Pacífico entre Manila y México, transportando los productos que Europa demandaba.
El primer viaje lo dirigió el fraile Andrés de Urdaneta y fue una de las rutas comerciales más largas de la historia, que funcionó desde 1565 hasta 1815, cuando la guerra de la Independencia de México interrumpió el servicio. Parte de las mercancías desembarcadas en Acapulco eran transportadas por tierra hasta Veracruz y desde allí, otra vez por mar, hasta Sevilla y Cádiz pasando por Cartagena de Indias, Portobello y la Habana.
No es de extrañar, por tanto, que ya desde la época de Fernando el Católico como regente de Castilla, se intentara encontrar una ruta por mar directa hasta China a raíz de que la expedición de Vasco Núñez de Balboa descubriera el Pacífico, al que durante muchos siglos se llamó Mar del Sur.
Después de toda esta reseña histórica, pasamos a ver una reproducción de la bodega de un barco y los objetos transportados más destacados que se han podido reunir: piezas de porcelana, un mantón de Manila (aunque en realidad eran confeccionados en China), pesos acuñados en México y Perú, muebles y enseres, dibujos, imágenes religiosas, libros e instrumentos de evangelización que llevaban los misioneros que también viajaban en las naves.
Visitamos después la espectacular escalera principal del edificio construida en 1528, en mármol de Carrara, por los arquitectos José de Esplius y Francisco Javier de Luque.
A continuación hicimos un breve recorrido por las salas del Museo, donde se conservan multitud de mapas, maquetas de barcos, como el acorazado Numancia, instrumentos astronómicos, científicos y de navegación, mascarones de proa, armas, etc. Aunque, quizás, la pieza más valiosa sea la Carta Universal de Juan de la Cosa de 1500, que es la obra cartográfica más antigua que representa ya el continente americano.
Terminada la visita, iniciamos el camino, por la calle de Alcalá, hasta el restaurante del Casino Militar de la Gran Vía, donde dimos buena cuenta de los platos del menú que ese día habían preparado.
Una agradable jornada cultural y gastronómica.