museo
Por Julio Escribano Hernández
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Una representación de la “Asociación Amigos de La Adrada” con veintiuno de sus miembros, ha visitado el miércoles, 23 de enero de 2019, el Museo Cerralbo, que conserva una original decoración, típica de las mansiones madrileñas del siglo XIX. El grupo fue dividido en dos equipos para ser atendidos por guías especialistas en la historia del museo y su entorno, dando vida a las antigüedades, pinturas, esculturas, mobiliario y grabados de conocidos artistas: Zurbarán, Tintoretto, Alonso Cano, Bronzino, Van Dyck y el Greco entre otros. Realmente el museo muestra con su decoración la vida de una familia militar y carlista, en la que sobresale la personalidad de don Enrique Aguilera y Gamboa, XVII marqués de Cerralbo, afiliado al Partido Tradicionalista, diputado a Cortes, senador y jefe delegado de Carlos VII en España. Sus inquietudes no quedaron estancadas en la política.
Como licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras por la antigua universidad central de la calle Ancha de san Bernardo, próxima a su domicilio de la calle Pizarro, reunió antigüedades y valiosas obras de arte, que legó a la nación española el 22 de marzo de 1934, según lo estableció en su testamento. Don Enrique había nacido en Madrid en 1845 y falleció en la misma ciudad en 1922, a los 77 años. En su edad madura tuvo amistad con Amelia del Valle, pero al morir el padre de esta linda muchacha, quedó viuda doña Inocencia Serrano y don Enrique se casó con ella, cuidando de sus jóvenes hijos Antonio y Amelia del Valle Serrano.

En este palacio, donde vivieron, se conserva la rica decoración original, seleccionada por el marqués don Enrique, arqueólogo e investigador de nuestra cultura. Cincuenta mil obras avalan esta afirmación, veintidós mil monedas o medallas, setenta y un relojes, cuatrocientas piezas de armas y armaduras entre las que apreciaba el marqués un singular morrión con cresta que había utilizado Manuel Filiberto de Saboya en la batalla de san Quintín (1557).

Nos dijo el guía Javier, ingeniero industrial jubilado y amante de nuestra historia, que esta batalla fue la única a la que asistió Felipe II. Con amenidad y sentido del humor nos fue mostrando las diferentes salas: unas empapeladas, algunas ensedadas y la mayoría con sus rejillas de rincón para mantenerlas confortables en invierno con la calefacción gloria. No olvidamos la magnífica colección de bodegones, la porcelana de Alcora y de Manises, las lámparas de La Granja y de Murano, la sala de billar, el comedor de gala, la galería de los espejos con gran profundidad, el gabinete árabe imitando los gustos de la reina Isabel II, los estucados del vestíbulo, el despacho del marqués, el saloncito de reuniones, la sala de baile donde se ofrecen conciertos y sobre todo la buena biblioteca de temas históricos, donde se reunían los intelectuales madrileños, que enmarca una carta de Menéndez Pelayo fechada el 6 de mayo de 1912, quien fallecería en Santander trece días después.

Este museo fue construido entre 1883 y 1893 por arquitectos de renombre: Alejandro Sureda, Luis Cabello y lo han mantenido entre otros, en 1964, Fernando Chueca Goitia. Es un edificio de influencia italiana con romántico jardín de estilo inglés, reflejo del gusto de comienzos del siglo XX. Desde 1944 se considera Monumento Histórico Artístico y en 1962 se declaró “Bien de Interés Cultural”.

Concluida la visita cultural al museo, organizada por el presidente de la asociación, Juan Antonio Andreu, Maribel y otros compañeros, partió el grupo hacia el restaurante con la puntualidad que siempre ha observado en sus desplazamientos. La oferta de un buen y variado menú permitió a todos disfrutar de la gastronomía madrileña, elaborada por singulares cocineros y servida con la amabilidad y eficacia de atentos profesionales.

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